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La muerte es un enigma

Nada es más conmovedor que la muerte, y sin embargo existe, tan real e ineludible como la existencia misma. La muerte es esa sombra inseparable de la luz, el contrapunto silencioso de la vida.


Para algunos, la muerte es una palabra pesada y agobiante , teñida de inquietud, casi malsana. Para otros, es cruel, el espectro de un vacío que no se puede llenar. Es el miedo a la nada , ese vértigo que hace vacilar a nuestra sociedad en su búsqueda de control, pero que se topa con su enigma más insoluble.


Sin embargo, la muerte no es mortal. Ella es eterna, una paradoja que desafía la comprensión. Ella es esa chispa invisible, siempre presente, siempre llegando. Le tememos, a veces lo esperamos, pero está ahí, paciente como una promesa , inmutable como el soplo del viento.


La muerte no es intensa ni cruel, porque la muerte es un estado. O estamos vivos o estamos muertos.

La muerte es una palabra , una abstracción, un concepto. Experimentar la muerte, por otro lado, es otra realidad, a menudo resultado de algo grave. Pero la muerte en sí, despojada de las emociones humanas, no es peligrosa.


Para algunos la muerte es una liberación. Por triste que parezca, algunos lo ven como un descanso largamente esperado, un regalo divino , una liberación de una carga demasiado pesada para soportar. La muerte no tiene otro poder sobre nosotros que el que nosotros le otorgamos, a través de la emoción o interpretación que hacemos de ella.

Y, sin embargo, la muerte sigue siendo un enigma. Nadie jamás regresó para contarnos su secreto. Es un misterio tan profundo que abarca los siglos, desafiando nuestras mentes y nuestras certezas.


La muerte es el enigma definitivo, la pregunta de toda una vida. Nos habita tanto como lo evitamos, nos persigue invisiblemente, aunque permanece esquivo.

Llega sin previo aviso, incierto e impredecible. Puede aparecer como un destello o aparecer como un susurro , repentino o lento, suave o insoportable. Pero al final del camino, sigue siendo lo que es: un estado de final, una transición hacia lo desconocido.


Un día todos responderemos a esta pregunta. Un día nos encontraremos con este enigma.

Pero esta respuesta, si existe, permanecerá en silencio para siempre.

Ninguno de nosotros jamás podrá compartir lo que es la muerte.


Ella es el enigma de toda una vida , el misterio que nos une a todos en nuestra frágil humanidad y, sin embargo, es también esa verdad que nos conecta con la eternidad.


Angélique CHAPUIS



Ilustración simbólica que representa el enigma de la muerte: un paisaje brumoso con una enorme cerradura luminosa suspendida en el aire, que incorpora un sutil signo de interrogación en su centro. Una silueta humana permanece en contemplación, frente a esta luz mística que sugiere el paso hacia lo desconocido. La imagen evoca misterio, introspección y reflexión sobre la transición entre la vida y la muerte.

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