¿Quién eres? ¿Dónde estás? ¿Dónde te escondes?
Éstas son las preguntas fundamentales, las que marcan el camino del desarrollo espiritual. Estas preguntas no son simples curiosidades, sino profundas invitaciones a entrar dentro de uno mismo, a explorar lo que uno realmente es, más allá de las apariencias y las ilusiones.
El desarrollo espiritual es este deseo visceral de encontrarse a uno mismo, de reconectarse con la propia esencia profunda, con la propia alma.
Pero sí ¿quién es esta alma?
Es este “yo” más grande y vasto el que ha elegido encarnar aquí y ahora para experimentar la vida en todos sus matices. Es esa parte de nosotros que lo sabe todo sobre TODO, que es sabiduría, intuición y amor infinito.
Ella es quien nos conoce mejor que nadie, quien nos guía desde las sombras y nos ama incondicionalmente, mucho más de lo que a veces nos atrevemos a amarnos a nosotros mismos.
Ella es nuestra chispa de verdad, nuestra llama interior.
Sin embargo, acceder a esta profundidad, a esta luz que nos anima, requiere un viaje interior , un proceso de curación a veces largo, pero siempre liberador.
Sanar significa desenredar los hilos invisibles de nuestros miedos, nuestras heridas, nuestras creencias limitantes.
El desarrollo espiritual va mucho más allá de la eterna pregunta: “¿Quién soy yo?” .
Se trata de ir más allá de las máscaras que usamos, los velos que impone la educación, las creencias colectivas del bien y del mal, e incluso los dogmas religiosos. Es una búsqueda de la verdad , la del ser único y singular que somos, con nuestros sentimientos, nuestras emociones y nuestra propia esencia.
Todos pueden realizar desarrollo espiritual. Cada uno, a su manera, recorre este camino, consciente o inconscientemente. Es una búsqueda universal: la de uno mismo, de sus propias capacidades, de sus dones más preciados. Una búsqueda de las propias necesidades, de los propios deseos profundos, de aquellos que nos impulsan y nos permiten sobrevivir, pero sobre todo vivir plenamente.
El desarrollo espiritual es darnos cuenta de que somos seres únicos, hechos de amor, alegría y luz. Es darnos cuenta que evolucionamos en un universo donde cada uno tiene su lugar, independientemente de sus acciones o pensamientos , porque cada individuo contribuye al equilibrio del todo.
Todos estamos interconectados y todos somos esenciales.
Todos llevamos dentro un potencial extraordinario. La de sanarnos, de transformarnos, de florecer. Tenemos el poder de vernos diferentes, de aceptarnos plenamente y de encontrar ese ser luminoso que elegimos encarnar al venir a esta Tierra.
Entonces, ¿quién eres tú, desarrollo espiritual? Y él simplemente responde: “Finalmente soy YO”.
Angélique Chapuis

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